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Ángeles Gabaldón. Tener tablas – Flamenco de Base #4

Ángeles Gabaldón descubrió su amor por el baile ya desde muy pequeña. Ella quería ser bailarina y aunque nunca dejaría de serlo, pronto pisaría los tablaos para descubrir su vocación de bailaora. Tras una extensísima carrera, ha dejado su impronta en festivales y concursos de renombre como la Perla de Cádiz, la Bienal o la Unión, llegando a convertirse en todo un referente de la Escuela Sevillana de Baile. Sin embargo, con ella aprenderemos que también las tablas se demuestran en el día a día, con esfuerzo y dedicación, más allá del escenario.

Hoy volvemos a tener el placer y el privilegio de charlar con una artista que tiene mucho que contar: la deriva de los tablaos y festivales, la situación laboral del sector, la práctica docente, la diáspora flamenca y los desafíos del asociacionismo, son sólo algunos de los temas que abordaremos con ella desde La Plazuela, el espacio de creación donde actualmente confluyen su visión y su experiencia profesional en el corazón del barrio donde nació, el Polígono San Pablo de Sevilla.

¡Seguimos!

 

¿Cómo surgió tu vocación? ¿Cómo empezaste a bailar?

Yo nací en este barrio, el Polígono San Pablo. En el colegio, teníamos una profesora que se llamaba Conchita. Esta mujer era profesora de lengua y le gustaba muchísimo el baile. Nos enseñó sevillanas, verdiales, el vito, el ole de la Curra. Era una gran aficionada del baile regional. Ahí empecé con las castañuelas, con el baile… Mi madre me metió en lo que hacíamos todas las niñas de Sevilla: aprender sevillanas. El baile era mi diversión, me encantaba. Hacía coreografías con mis primas… Eso era lo que a mí me gustaba, jugar a bailar y a coreografiar. Esos fueron mis comienzos.

¿En qué momento empezaste a tomarte el baile como algo más que una afición?

Había una mujer que se llamaba Angélica Catán, que tenía una academia aquí en el barrio. Era argentina y había estado en el Ballet de Cuba. Ahí empecé, a los ocho años, la carrera de danza española y ballet clásico. En cuanto al flamenco y al baile, en el barrio no había mucha tendencia a meterse en el conservatorio. No se vivía de una forma profesional. Más tarde entré con Ana María Bueno, que fue mi primera maestra de flamenco y clásico español, bolero, jota, etc.  Todo lo que es el repertorio de baile regional. Por falta de tiempo y dinero el último año me metí de manera oficial en el Conservatorio de Danza de Sevilla, pero todos los años anteriores fueron por libre.

¿Percibiste mucha diferencia en tu formación con respecto a tus compañeras en ese último año en el conservatorio?

Cuando estudias por libre y estás trabajando, como que estás más preparada. Ana María se preocupaba de ofrecernos formación complementaria con el maestro Azorín, con el maestro Granero, etc.. Teníamos una formación más amplia. Hoy en día a lo mejor el conservatorio sí lo recoge, pero en esa época no.

Has comentado que ya trabajabas mientras seguías con tu formación

El último año trabajé para pagar mis estudios, dando clases de sevillanas de casa en casa. Entonces, Ana María me llamó y me dijo que abrían un tablao en un barco en el río Guadalquivir. Se llama El Patio Andaluz. Fue mi primer contrato y bailaba clásico español. De hecho yo quería ser bailarina de clásico español. Había hecho ballet y toda la formación propia de una bailarina. Sin embargo, allí empecé a tener el flamenco más presente. En estos primeros años me formé con Matilde Coral, Manolo Marín, en la Toná, etc. Hacía mis estudios de flamenco por la mañana y bailaba clásico español en el barco. Tenía 17 años.

Ángeles Gabaldón y Juan Martín bailando en El Patio Andaluz (1991)

A los 19 me salió un contrato para irme a Japón seis meses. A la vuelta, con todo el dinero que gané me fui a Madrid a seguir formándome. Tenía clases con Rosa Naranjo, Paco Romero… Luego, me iba a clase de Merche Esmeralda y después con el maestro Ciro. Me llevaba todo el día bailando y me di cuenta de que en clásico español había un nivelazo y que lo mío era el flamenco.

¿Qué te hizo darte cuenta de que lo tuyo era el flamenco? 

En mis clases estaban Belén Fernández, Joaquín Cortés, María Pagés… Todo el mundo estudiaba con Ciro. Entonces él, cuando te veía un poquito mejor, te ponía delante. El maestro Ciro me ponía delante. Claro, yo venía del baile flamenco de Sevilla, que no es lo mismo que el de Madrid, ¿sabes? El baile flamenco de Sevilla, en Madrid en esa época, resaltaba.

¿Por qué piensas que resaltaba el baile de Sevilla?

Porque es de cintura para arriba. Aunque tú hagas muy bien los pies, cuando te están mirando, ves un cuerpo, un movimiento de brazos, una cabeza, un saber estar. Y con mi formación clásica, que es muy complementaria a la escuela sevillana, resalta. Entonces me di cuenta de que yo iba a ser bailaora. Vine a Sevilla y entré en Los Gallos, ya con un poquito más de confianza. Me salió otro contrato para México y me volví a ir. En México estuve estupenda. Bailaba mucho más, ya centrada en el flamenco.

Al volver fue otra vez lo mismo con el dinero, clases, clases y clases. A estudiar y a trabajar. En Los Gallos fue donde conocí a mi marido, Javier Cruz. Él era monitor en la escuela de Manolo Marín y yo también lo fui un tiempo. Manolo para mí ha sido uno de mis grandes maestros.

¿Cuánto tiempo estuviste en Los Gallos?

Mucho. Cuando salí de Los Gallos me preparé el premio de la Perla de Cádiz y gané el premio a la mejor coreografía de alegrías. Me presenté a la Bienal. Fui la única mujer finalista dos veces consecutivas. Ese cuadro que está allí es la primera vez que yo pisé el Lope de Vega con Berlanga acompañándome a la guitarra. Ahí tenía 22 años. Era cuando se daba el Giraldillo, el premio de baile de la Bienal.  El primero que lo ganó fue Israel Galván. El segundo fue cuando yo me presenté. Lo ganó Rafael de Carmen y yo quedé segunda.

¿No había una modalidad para hombres y otra para mujeres?

Ahora sí hay una diferenciación entre el baile de hombre y el baile de mujer, pero en aquel momento no se hacía todavía esa distinción. Yo entiendo que él ganara, Rafael de Carmen baila súper bien, la verdad. Pero bueno, me dio pena no ganarlo.

¿Luego se fueron haciendo más específicos los concursos?

Claro, por géneros. Yo estuve allí con bata de cola y castañuelas. ¿Cómo puedes tú comparar una seguiriya con bata de cola y castañuelas con un baile por soleá de un hombre?. Es difícil de decir. Entonces, perdí ese concurso. Verás, gané mucho, porque fui reconocida. Era la única mujer que había llegado a la final.

¿Qué opinión tienes de la Bienal? 

Yo no sé cómo va a ser ahora que tiene un director nuevo, pero creo que a Sevilla  todavía le falta un festival y no es la Bienal. A mí me parece que Sevilla necesita un festival en condiciones. Por ejemplo, el Festival de Jerez tiene mucha más repercusión artística que la Bienal de Sevilla. ¿Por qué? No lo sé. ¿Mala gestión? No lo sé. Yo hablo como artista. He estado en la Bienal varias veces. Haces un espectáculo que tiene que ser estreno para ese festival y haces un bolo. ¡Uno! Y del que además no se hace una promoción en el sentido de “van a venir programadores del mundo o vas a tener después una repercusión en festivales, en teatros, en otros circuitos”. Lo que pasa es que,  son cuatro nombres: Farruquito, María Pagés, Sara Baras, etc. que son quienes pueden hacer grandes espectáculos ahora mismo.  ¿Por qué? Porque luego los mueven. Pero una persona normal, normal quiere decir un artista medio… eso no lo puede mover. 

Ahora, por ejemplo, nosotros con Flamenco Kitchen, somos cinco bailaoras. Nos hemos comido la cabeza para que nuestro espectáculo sea completo y haya cante, teatro y baile.  Hemos entrado en un circuito de Madrid. No de aquí (Andalucía), porque aquí no hay. Y bueno, estamos nominados a los Premios Lorca. Hay una nominación y vale, te dan un premio, es un escaloncito, pero ¿tú te crees que si nos dan el premio vamos a tener más bolos? No. ¡Tenemos que poner nuestro trabajo casi sin dinero!

De tu época en Los Gallos, ¿qué compañeros recuerdas?

Estando en El Arenal, recuerdo a Carmelilla Montoya. Recuerdo de ella que hacía así, sin hacer nada más (empieza a entonar y a tocar los palillos a compás, imitando lo que recuerda de Carmelita Montoya, incluso su pose). Nada más entonar…. “Me voy a bordar tu nombre”. ¡Guau! ¡No veas cómo cantaba esa mujer!. Y en Los Gallos estuve con Loli Flores, Rafaela Carrasco. Y antes, con La Lupe, Isidro Vargas… Es que he tenido muchísimos compañeros que me han enseñado mucho.

Primer premio en el Festival Internacional del Cante de Las Minas, La Unión (2002).

¿Cuándo llegó el momento en el que dio un salto tu carrera artística?

Después de la Bienal, me presenté al concurso de las Minas de la Unión. Y claro, yo iba un poco como diciendo: “a mí me da igual perder, ya he perdido”. Y entonces me presenté y gané. Fue una cosa increíble. Gané en 2002. Hace 20 años que lo gané.

¿Qué tal fue tu experiencia en La Unión?

En La Unión me presenté y yo no tenía cantaor. Llamé a Curro Fernández. y me dijo que sí, pero el otro cantaor me falló. Entonces me comentaron que había un niño que estaba muy interesado. Llamé a este niño, que estaba empezando y era la primera vez en su vida que iba a cantar por tarantos. Manuel Lombo.

Yo le dije: “Manuel, ¿tú sabes a dónde vamos? Vamos a La Unión”. Él me contestó: “No te preocupes que yo me aprendo el taranto». Y ganamos. Fue increíble. Yo iba por petenera, que me la cantó este hombre que es un maestro, por supuesto, Curro Fernández, a quien adoro. Y Manuel Lombo. Total, que a partir de ahí, pues imagínate. Premio de La Unión. Es que, ahora no tanto, pero antes cuando se ganaba La Unión, venían todas las televisiones. No estoy muy segura, pero creo que fui la primera mujer que ganó el desplante, porque fue el 5.º premio que se dio de baile.

Ángeles Gabaldón, portada de la revista holandesa «Tablao Flamenco» de la Fundación Flamenco La Haya

¿Cómo repercutió en tu carrera artística haber ganado este concurso?

El boom fue increíble. A raíz de ahí, empecé a montar mi propia compañía. Mi primer espectáculo se llamaba Inmigración, que fue premio de la crítica al mejor espectáculo, mejor compañía… Se juntó un pedazo de equipo. La producción la llevaba Taller Flamenco, José Carlos, al que adoro; la dirección artística la llevaba Fernando Gonzalez Caballos; la dirección escénica Fernando Lima, bailarín brasileño; y luego había un montón de gente: estaban Marco y Chloé, que fue la primera vez que bailaron juntos;  Estefanía Fuster, que tiene ahora su escuela en Francia,  La Fábrica Flamenca, en Toulouse. El audiovisual lo hizo Iván Schleck. La idea se creó a través de un libro que se llamaba Moros en la Costa de Juan José Téllez. O sea, fue un equipazo ¿sabes? Yo me llevé la gloria de todo el equipo, pero estaba rodeada de gente increíble.

Eras la cara visible

Claro, era mi compañía, pero el premio era de todos. Fue, además, el primer espectáculo que se hizo en streaming junto con la página web Flamenco World, y eso no se había hecho nunca. 

Me río porque, me dijo Jose Carlos que tenía que montar yo el taranto del espectáculo. Era una parte ambientada en un burdel. Cuando llega una mujer a un lugar desconocido y no tiene absolutamente nada. ¿Qué tiene? Su cuerpo y decide venderlo. Yo no había ido a un burdel en mi vida. Me disfracé de hombre y me fui a un puticlub para montar el espectáculo. Lo que quedó reflejado en el espectáculo fue tal como lo vi.

Hicimos muchos bolos. Nos fuimos a Alemania…, pero claro, era cuando se podían hacer los espectáculos y cuando se podía tener la compañía. Imagínate. Éramos 12 en gira. Ahora es imposible. Después de Inmigración, hice Érase una vez el flamenco, hice Del Quivir y cada vez se reducía más la compañía, hasta que hice Gabal-Donna & Guassa, un espectáculo donde estábamos un DJ pinchando y yo bailando.  Mi último espectáculo propio ha sido En la memoria.

¿Por qué crees que ha ocurrido esto?

Por el dinero de la cultura en general, yo creo. No solo del flamenco, porque yo me acuerdo cuando hablaba con bailarines de contemporáneo que me decían “pues vosotros los flamencos sois…” ¿Sabes? “Os quejáis. Ja, ja. ¡Los bailarines de contemporáneo no tenemos nada!.” . Antes estaba el espacio Endanza y el festival de danza contemporáneo de Sevilla. Ahora un bailarín de contemporáneo, ¿dónde se mete? No hablemos ya del clásico español. ¿Dónde hay? O un bolero de escuela bolera con todo lo que es eso. Tú no sabes la cantidad de estudio que necesitas para hacer un bolero liso.

También había un circuito que se llamaba Abecedaria. Era un circuito de flamenco para los niños. Esto no existe ya. O por ejemplo, Flamenco Viene del Sur. Yo he ido varios años. Antes cuando ibas tú decías: “Tiene Granada, tiene Sevilla, tiene…”. No sé, había varios, pero ahora nada más que está Granada y Sevilla y se acabó. No hay nada más.

¿Piensas que el interés del público ha variado de un tiempo para acá?

Claro. Mira, cuando yo estudiaba estábamos 20 personas en la clase de Manolo Marín. Y de las 20, uno o dos eran extranjeros o tres como mucho. Todo el mundo era de aquí. En Manolo, en Matilde, en La Toná, todo el mundo era de aquí. Pero, ahora cuando doy clase a 20 personas, una o dos son de aquí. Todos los demás, extranjeros. Así ha cambiado. Ha cambiado la historia, ha cambiado la tecnología ¿Y qué pasa con el flamenco de aquí? No se hace un flamenco de base. Las peñas, la mitad cerradas. Y en los barrios… No, vamos a ver, el flamenco se estudia y se paga. Lo que pasa es que esa mentalidad no la tenemos hoy. Eso es lo que hay que decir.

¿Qué ha supuesto el tablao en tu carrera?

Yo soy niña de tablao, de toda la vida. Creo, además, que el tablao es donde tú aprendes todo. Allí no hay trampa ni cartón. Yo digo que es la universidad del flamenco. Ya no es como el colegio, que es donde ocurre el aprendizaje. Se aprende en la escuela, en el estudio… Te pones a hacer una técnica de pie o te montan un baile. Pero, esa técnica la tienes que montar en algún sitio y ese sitio es el tablao. Es un lugar en el que te encuentras con compañeros de las disciplinas del toque y del cante, gente con la que no has ensayado nada. Pero, tenemos un lenguaje común y todo se reúne en el escenario, porque hay unos códigos comunes y un conocimiento previo. En un tablao tú sales y no sabes que va a pasar. Por eso digo que eso es de verdad.

¿Cómo es la relación entre los flamencos profesionales a nivel profesional? ¿ Existen iniciativas de asociacionismo y de colaboración profesional? 

Sí las hay, lo que pasa es que no funcionan. Yo formo parte, de hecho, soy la vicepresidenta de la Asociación de Artistas Flamencos de Sevilla.  Nos intentamos unir y tenemos muchas ganas de que cambie. Ahora ha salido la Ley Andaluza del Flamenco, pero me parece que no va a llegar a muchas cosas.

Espectáculo «En la memoria» en el Teatro Alhambra, dentro del ciclo Flamenco Viene del Sur (2020).

¿Por qué crees que ocurre esto, que no haya organización estable? ¿Cuánta responsabilidad tienen los propios artistas en ello?

Bueno, yo me echo la culpa a mí. Está claro, pero yo lo intento. Yo intento asociarme. Están Unión Flamenca, la Asociación Flamenco siglo XXI de Pedro Peña y la Asociación de Artistas Flamencos. Son las tres, que ahora mismo están funcionando más. Nosotras, en lo que nos estamos centrando más es en el flamenco de base, en llevar el flamenco a los barrios. La de Pedro Peña, está más interesada en la parte de formación, que se introduzca el flamenco en los conservatorios y Unión Flamenca está más por lo laboral. Por que tengamos nuestros derechos laborales. 

A mí me siguen dando de alta y de baja, como Régimen Especial de Artistas y Toreros, pero eso tiene que cambiar de alguna manera. Además, hay tablaos donde están diciendo a los artistas: “¡Que sepáis que os tenéis que hacer autónomos!”.  Al final, el flamenco se va a quedar en la economía sumergida, como antiguamente. Como en las fiestas de señoritos, para quien lo pueda pagar. Eso va a ser. Ojalá me equivoque.

Actualmente, ¿qué proyectos tienes?

Ahora mismo he montado una peña flamenca que se llama La Plazuela, aquí en mi barrio. Estoy muy contenta, porque era una de mis ilusiones desde la primera vez que fui a Japón. Me acuerdo perfectamente del hombre que me llevó, era guitarrista y tenía en Osaka un estudio y los viernes hacía una actuación. Ponía mesitas en el estudio, bajaba el escenario y bailaban allí. Yo vi eso y me encantó. Era precioso. Siempre quise montar algo así.

Actualmente doy clases a demanda y también estoy estudiando cante en el conservatorio. La Plazuela lo monté más como mi estudio, como mi local de ensayo, pero luego ha ido creciendo. Tiene dos o tres espacios, cuatro incluso, en los que se pueden hacer actuaciones. Por eso se llama espacio de creación flamenca La Plazuela, donde se organizan actividades culturales aparte de las clases.

También estoy escribiendo un libro sobre la bata de cola, aunque no tiene nombre todavía. A raíz de una conversación con Pedro G. Romero, me puse a investigar y resulta que no hay nada escrito sobre esto. Solamente está el libro de Matilde Coral, Tratado de la bata de cola. Matilde Coral: una vida de arte y magisterio. No hay nada más. ¿Cómo puede ser que sólo exista eso? 

Y bueno, además de esto, dentro de poco tengo previsto irme de gira por EEUU, Canadá y Sudamérica como bailaora con Authentic Flamenco, que es una producción del Teatro Real de Madrid que va a reunir propuestas musicales tanto clásicas como contemporáneas.

Has abierto La Plazuela en San Pablo, en tu barrio de siempre. ¿Qué crees que puede aportar o está aportando al barrio? 

Yo estoy aportando todo lo que puedo, todo mi espacio. De hecho, yo soy profesora del distrito Nervión-San Pablo y las clases del distrito las traigo aquí. El espacio para sus clases es el centro cívico, pero ya está ocupado por otras clases y no tenían aula.

Espacio de creación artística «La Plazuela»

¿Consideras que hay algún aspecto del legado del flamenco que se está descuidando?

Pues había una cosa que se llamaba el CAD, Centro Andaluz de Danza, que se cerró. Era una formación que se hacía después del conservatorio para las personas que querían seguir bailando aquí en Sevilla. Quien quiera, por ejemplo, estudiar la escuela bolera se tiene que ir al conservatorio o no hay clases. Yo estoy impartiendo clases de bolera a demanda, pero realmente no existen clases que yo sepa. La escuela bolera se está perdiendo y es algo que forma parte de nuestro legado cultural dentro del flamenco.

Me gustaría preguntarte por la repercusión y el reconocimiento que tienen o deberían tener artistas como tú, con una carrera tan extensa. ¿Crees que se te reconoce lo suficiente en este mundillo?

Bueno, yo estoy contenta con mi carrera. No tengo queja de lo que se ha escrito de mí, me parece que es verdad que tampoco soy famosilla o sí lo soy, es que no lo sé (risas). No soy famosa en el mundo de los grandes, pero la gente del flamenco sí me conoce. Bueno, hoy estoy dentro de la historia del flamenco, de la gente que estudia flamenco de verdad.  Por ejemplo, cuando llegué al conservatorio en la clase de historia, mi profesor me dijo: “Tú eres Ángeles Gabaldón, ¿no?”

¿Qué le dirías a alguien que está empezando? 

Constancia, hacer escenario, tener tablas ¿Cómo haces tú que una persona que salga del conservatorio tenga tablas? Pues tendrá que trabajar. Esto es una carrera de mucho fondo, tranquilita y sin perder tampoco el tren. Me daba mucha pena cuando estaba en el tablao y veía a las mujeres mayores… Hay un documental de Pilar Távora, Tablao flamenco: Cara y Cruz, que lo refleja muy bien. Siempre se quiere a una jovencita, por la imagen, por la fuerza, por el deseo. Pero las mujeres mayores… ¿qué hacen con su vida? ¿Qué historias has conocido de esa gente? Yo creo que a eso hay que darle un valor incalculable. Ellas tienen un legado.

 

Esta entrevista forma parte del proyecto Flamenco de Base que cuenta con la colaboración de la Agencia Andaluza de Instituciones Culturales de la Junta de Andalucía.

4 comentarios en «Ángeles Gabaldón. Tener tablas – Flamenco de Base #4»

  1. Hola,
    Sí la tiene. En el polígono San Pablo.
    Se llama La Plazuela y sale una foto en la entrevista. En las redes sociales encontrará la dirección exacta, el contacto y más información.
    Cómo lo dice Ángeles en la entrevista, ahora mismo está de gira hasta diciembre así que retomará las clases en enero de 2024.
    Un saludo y anímate porque es maravillosa como maestra y como persona.

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