Saltar al contenido
Marco Vargas
Inico » Marco Vargas. El constante movimiento – Flamenco de Base #1

Marco Vargas. El constante movimiento – Flamenco de Base #1

Marco Vargas es un artista que descubrió su pasión por el baile casi sin darse cuenta. Este matiz es importante para entender su trayectoria y su carácter curioso, los cuales le han llevado a experimentar el flamenco desde diferentes ángulos, siempre con respeto y un pie en la tradición, pero sin miedo a explorar nuevas posibilidades.

Marco ha sabido aprender sin complejos ni ataduras de todos los que tuvieran algo que ofrecer, ya fueran bailaores o bailarines contemporáneos, ya fuesen de Triana o del Japón y se expresaran en tablaos o teatros. Nuestro artista se resiste a las etiquetas y sigue su propio camino, defendiendo que el flamenco, al igual que la danza, es un arte vivo en constante movimiento.

A lo largo de su extensa carrera, Marco ha obtenido el reconocimiento de la comunidad en múltiples ocasiones. De hecho, cuenta con un Giraldillo al espectáculo más innovador por TI-ME-TA-BLE o el tiempo inevitable y recientemente ha sido galardonado con el Premio LORCA al mejor intérprete masculino de danza flamenca por la obra Origen, desarrollada en el marco de su actual compañía, Marco Vargas & Chloé Brûlé. La lista es larga, pero ¡estamos seguros de que no acabará ahí!

¡Empezamos!

¿Cuáles fueron tus comienzos como bailaor flamenco?

Yo tuve la fortuna de nacer en una familia gitana y aficionada al flamenco, sobre todo por parte de mi padre. Recuerdo que él siempre estaba tocando la guitarra. Mi tía fue compañera de Cristina Hoyos y otra tía mía fue pareja de Manolo Soler. En mi barrio (el Tardón) siempre se ha respirado el flamenco. Cualquier celebración y cualquier fiesta que había se terminaba con la guitarra y  yo recuerdo salir a bailar pero jamás pensé que yo me dedicaría a esto. Yo lo veía como un hobby hasta que con nueve o diez años nos apuntaron a mí y prima Pilar Astola en una academia a bailar sevillanas. Bailábamos a ‘Caracolillo’. Estuve un año, aprendí la sevillana, así que la academia nos presentó a un concurso de la Feria de Sevilla ¡Y lo ganamos! Pero aun así yo no lo veía muy claro y me desentendí un poco hasta que ya volví a retomarlo entrando en la academia de Manolo León. Fue mi prima la que me animó y me convenció para seguir.

Marco Vargas junto a su prima Pilar Astola

Marco Vargas junto a su prima, la bailaora Pilar Astola, en el barrio trianero del Tardón

¿Cómo surgió la oportunidad tu primera experiencia profesional?

En el tablao El Patio Sevillano había un formato cuarteto y Manolo León presentó dos parejas de su academia con la suerte de que nos ofrecieron un contrato y entramos con los números que mi prima y yo teníamos montados en pareja. En el tablao había muy buenos artistas. Estaban Ana María Bueno, Isidro Vargas, La Toná, todos los artistas de la época. Al salir de la mili, Ana María Bueno me comentó que Mario Maya estaba realizando audiciones para bailaores. Me presenté y fuimos seleccionados Israel Galván y yo. Desde ahí surgió una amistad y estuvimos cuatro años girando en la compañía de Mario Maya.

Otros artistas que hemos entrevistado cuentan que para ellos el tablao es la Universidad de los flamencos

Exacto. Pero en mi caso fue Mario Maya quien me dio un aprendizaje más estructurado, digamos, más profesional. Con Mario aprendí el respeto por la profesión y el sacrificio. Echar muchas horas en el estudio, haciendo cosas que con el tiempo te das cuenta de la validez que tienen. Además, tuve la suerte de que en aquel momento Mario Maya cogió la primera Compañía Andaluza de Danza (CAD) de la que formé parte durante cuatro años. Con Mario hicimos la película de Saura, la famosa Flamenco (1995), donde bailamos un martinete que hacíamos Israel y yo. El tiempo que estuve con Mario me supuso ver todas las posibilidades que tenía el flamenco. Y esto es lo que me ha interesado en mi carrera profesional.

¿Cómo fue tu experiencia en la compañía de Mario Maya?

Pues me dio la oportunidad de entrar en contacto con compañeros que venían con formaciones más regladas.  Yo era quizás más autodidacta, más callejero. Al acabar el contrato de Mario con la CAD vi la oportunidad de entrar en La Cuadra de Sevilla, la compañía de Teatro Flamenco de Salvador Távora, que en ese momento estaba montando la obra Carmen con una orquesta de cornetas y tambores. Pensé que podría interesarme ese mundo del teatro. Tenía ganas de descubrir nuevas formas. 

Hablando de las nuevas formas, quisiera destacar a un querido compañero mío, Juan Carlos Lérida. Hablo de él porque es el que me hizo ver que la danza flamenca -que es lo que yo defiendo, el flamenco como danza- podía abrirse y nutrirse de otros lenguajes. Te estoy hablando de una época en que se bailaba de manera muy tradicional, que me encanta y es la que empezamos todo el mundo bailando. Pero a mí también me interesaban otro tipo de cosas y vi que el flamenco también tenía esas posibilidades.

Mario Maya, Israel Galván y Marco Vargas en la obra Flamenco de Carlos Saura

Tú hablas de danza flamenca y no de baile flamenco ¿por qué te parece relevante hacer esa distinción?

Yo digo danza flamenca, porque pienso que el baile flamenco está a la altura de cualquier tipo de danza. Igual que existe la danza contemporánea, para mí existe la danza flamenca. No me gusta entrar en la controversia de tener que defender un tipo de baile más o menos tradicional. El baile tradicional lo respeto y es lo que de alguna manera me mueve, lo que no quita que se puedan hacer otras cosas y no me ha dado miedo meterme ahí. De hecho al revés, me ha estimulado. Con Távora fue eso.

¿Cuándo empezaste a salir al extranjero, a conocer  nuevos escenarios?

La primera vez que yo fui a Japón con Yoko Komatsubara tenía 17 años. De pronto se abrió ahí una ventana. He seguido yendo casi continuamente, a veces hasta dos y tres viajes al año. Cada vez que venía de una gira con ellos venía aprendido, venía con algo. Compartí escenario con grandes figuras del flamenco como La Paquera de Jerez, Antonio Canales, Joaquín Cortés, Dorantes, Fosforito y un largo etcétera.  Quizás esa es la fortuna que he tenido. He ido aprendiendo sobre la marcha, pillando de un lado y de otro y creando un mundo que de alguna manera es propio. Además, cuando yo empecé en el tablao estaba la figura de Antonio Pulpón. Todo se trabajaba y se hacía con él. Te llamaban de un día para otro. Me montaba en una furgoneta y estaba con la orquesta Andalusí, en un bolo con El Lebrijano en Palencia. Ese tipo de cosas te abría. 

La cosa ha cambiado mucho en muy poco tiempo. Antes éramos cuatro. Quiero decir, ahora hay mucha, mucha gente bailando. Pero antes aquí, bueno, los que estábamos en Sevilla nos conocíamos y si tú despuntabas un poquito y eras más lanzado, siempre tenías un trabajo a mano, un ofrecimiento.

¿Cuándo entraste en contacto con la danza contemporánea?

Descubrí la escena en San Luis. Había un sitio llamado Endanza, donde entré en contacto con la escena de danza contemporánea, siempre desde mi perspectiva flamenca, y descubrí que se podía bailar en el suelo como los contemporáneos. Para mí eso era impensable. Entré ahí sin ningún miedo, hasta con osadía, seguramente. En Endanza había un movimiento muy potente y se empezaban a ver muchos artistas extranjeros, muchos bailaores y muchas bailaoras. 

¿Puede decirse que este descubrimiento marcó la siguiente etapa en tu carrera artística?

En esta época, la compañía de Ángeles Gabaldón montó un espectáculo que se llamaba Inmigración, donde conocí a la que ahora es mi compañera artística, Chloé Brûlé. Hubo feeling en cuestión de gustos, un mismo enfoque. Para El Mes de Danza (2005) Fernando Lima nos propuso hacer una pieza de calle. Yo creo que eso no se había hecho, o por lo menos yo no tenía ninguna referencia del flamenco llevado a la calle de esa manera. Chloé y yo teníamos esas ganas de hacer algo nuevo y creamos Las 24. Para mí fue como abrir un camino nuevo. Trabajar en la calle sin alejarse del flamenco, utilizando la música que me apetecía, contando la historia que me apetecía.

Después la ampliamos y la llevamos a salas. Hablamos con Juan José Amador, que para nosotros es una referencia en el mundo del flamenco,  y empezamos a trabajar con él. No sé si hacemos ya casi 20 años de la compañía, con muchas piezas de salas y de calle y con una satisfacción personal muy grande.

Marco Vargas y Chloé Brûlé

¿En tu entorno más flamenco encontraste reticencia hacia estos nuevos caminos que estabas explorando?

Siempre estaban los comentarios que te decían: “oye, te estás alejando del flamenco”. Un día mi abuelo me cogió y me dijo “ ¿a ti te gusta lo que estás haciendo?”. Le dije que sí y él respondió “pues entonces, palante”. Para mí el más flamenco de mi casa era mi abuelo, y pensé: “si mi abuelo no me pide explicaciones, que no me las pida nadie”.

¿Ahora te dedicas sobre todo a tu compañía, Marco Vargas & Chloé Brûlé?

Sí, aunque es verdad que la situación no es la que era en los años que empezamos. Con lo que yo me siento identificado es con mi compañía, porque es la que me permite hacer lo que quiero. No sé si con los años volveré a bailar de una manera más tradicional. Voy viendo sobre la marcha, pero no renuncio a nada y declaro mi amor a todo lo que es el flamenco, porque a mí es lo que me da la vida.

En nuestro último espectáculo, Origen – estrenado en La Bienal de Sevilla y con el que estaremos en el Festival de Jerez– contamos con Antonio Silva Peregrino, un bailaor gitano extremeño con 80 años, que imagínate, va a hacer un baile super tradicional. O Miguel Vargas, que es un guitarrista que tiene un toque super clásico, pre-Paco, y los ponemos al lado de Raúl Cantizano que es un tocaor muy de vanguardia. Esto es lo que me mueve y reivindico, todas esas posibilidades que tiene el flamenco. ¿Por qué quedarnos encerrados en solo una cosa si tenemos la suerte de que es tan grande, tan amplio y tan bello?

¿Por qué circuitos os movéis? ¿Son más de flamenco o de contemporáneo?

Claro, esa es la controversia que vivimos al principio de la compañía con Chloé. Con el formato que llevábamos, lo mismo entrábamos en programación flamenca, como en programación de otro tipo de danza como la contemporánea. Nosotros llevábamos a gala que lo que hacíamos era muy flamenco, con mucho respeto, y con gente con un reconocimiento muy muy flamenco. Al estrenar en La Bienal de Sevilla la segunda obra de sala, TI-ME-TA-BLE o el tiempo inevitable, nos otorgaron el Giraldillo al espectáculo más innovador. Sinceramente, nunca hubiera pensado tener un Giraldillo y de ahí el reconocimiento del mundo del flamenco. También eran unos tiempos en los que quizás la Bienal no estaba tan cuestionada como está ahora. No había este movimiento de ahora, que a mí me da mucha tristeza.

¿Qué es lo que pasa ahora con la Bienal?

Bueno, en esta Bienal lo he visto muy claro.  Hay como dos bandos cada vez más separados:  el de la Bienal que apoya iniciativas por las que los flamencos sienten que no se les está dando valor; y el bando de los muy flamencos que no apoyan a la Bienal, pero que quieren estar ahí ya que vivimos en un mundo cada vez más globalizado y hay que vender un producto.

Me produce un poco de tristeza, porque hay un camino en el que pueden convivir los dos mundos perfectamente. De hecho es lo que estamos tratando de hacer nosotros con este último espectáculo (Origen) donde conseguimos que el flamenco más tradicional, de un señor con 80 años, y el flamenco más vanguardista convivan en un mismo espectáculo. Eso es lo que al final tenemos que entender, que el flamenco es un arte vivo.

¿Cómo os desenvolvéis en la industria cultural?

Es verdad, que una vez que tienes compañía propia y que quieres moverla, necesitas rodearte de profesionales. Ahora el sistema no es como antes, que se llamaba directamente al artista. Ahora tienes que tener un representante, una productora. Nosotros, casi desde el primer momento que empezamos, tuvimos como productora-distribuidora a una gran aliada como es Elena Carrascal. Pero ella, para nada se movía en los circuitos del flamenco. Lo que salía de flamenco es porque lo que nosotros hacíamos era evidentemente flamenco y nos llamaban. Hemos tenido un circuito flamenco y un reconocimiento, pero no estamos en los grandes circuitos de flamenco extranjero. Ahí hay unos programadores, que hacen y deshacen. Yo siento que ahora está todo demasiado acotado. Siento que muchas veces no se programa por la valía del espectáculo, sino que se programa directamente sin saber qué espectáculo va a ir.

Ese es un sistema que a mí no me gusta mucho. Como creador te obliga a tener un producto anual. Pero esto no es como el que cada mañana hace pan. Yo no puedo hacer todos los años un espectáculo, porque ni tienes la misma motivación, ni la misma creatividad y porque además tenemos que comer. No tenemos todo el tiempo para dedicarlo solo a eso. Antes, yo recuerdo que los artistas que nos precedieron, por ejemplo Mario Maya, ellos hacían un espectáculo y se llevaban tres o cuatro años rodando. Ese modelo ahora mismo no funciona. Ahora el mercado te obliga a reinventarte cada año. Eso quizás hace que todo pierda un poco de calidad. O quizás obliga al artista a ponerse en otra tesitura. 

Además hay cierta competencia entre los mismos festivales. Si te programa uno, no te va a programar el otro. Si has estado este año, ya no puedes venir el que viene. Y te preguntas, entonces ¿ qué es lo que vale? ¿La propuesta del artista o que hay que rellenar un cartel todos los años? Pero, bueno, es el sistema en el que vivimos.

¿Por qué crees que ha variado el sistema de la industria cultural?

Creo que antes había más circuitos. Con Távora, por ejemplo, estuvimos girando cuatro años con el mismo espectáculo. Me imagino que ahora será inviable o más fácil hacer obras más pequeñas. También estamos en la sociedad del botoncito, de la inmediatez. Lo que se quiere es nuevo contenido. Antes, por ejemplo, los mismos festivales te ayudaban a la producción,  y ahora no lo hay. Tristemente, nosotros como artistas somos el último mono del barco, más manejables o menos protestones. La supervivencia del flamenco, como digo yo, que tanto mal nos ha hecho. 

En relación a estos retos del flamenco que comentas, ¿conoces alguna iniciativa de asociacionismo flamenco?

Ahora con el tema del COVID ha surgido Unión Flamenca, aunque el flamenco siempre ha pecado de poca sensibilidad a la hora de juntarnos los artistas, cosa que sí he visto por ejemplo en la danza contemporánea. Esto de dialogar con los distintos artistas, de juntarte con otros y sacar algo adelante. El flamenco siempre ha sido algo más individual. Tiene esa cosa de la supervivencia que parece que no nos la podemos quitar de encima. Miramos por lo nuestro, pero mirando de reojo a quien tenemos al lado. Ojalá que esto cambie. 

¿Cómo compartes el flamenco en tu familia o cómo ves que tu familia lo sigue transmitiendo?

Pues yo lo vivo a diario, como algo cotidiano. En mi familia es una cosa muy natural. De hecho mi mujer es cantaora y es algo que mi hijo tiene presente desde que nació. Es verdad que el flamenco que yo he vivido en mi casa es distinto al flamenco que está viviendo él. Pero al final no deja de ser flamenco. Independientemente de la infancia que hayamos tenido, después tú tienes tu evolución y esto es inevitable. Está muy bien que se regle el flamenco, y que cualquiera pueda acercarse, disfrutarlo y conectarse con él. Pero me da un poco de miedo que se acote el flamenco y creo que lo bello que tiene es que es un arte vivo y que está en la calle. Lo podemos enseñar y ponerlo en valor, pero no podemos evitar que avance y que lo que estamos aprendiendo ahora, dentro de 50 años sea otra cosa.

Si quieres ver la entrevista completa y otras entrevistas artistas flamencos en vídeo visita nuestra página:

 

Esta entrevista forma parte del proyecto Flamenco de Base que cuenta con la colaboración de la Agencia Andaluza de Instituciones Culturales de la Junta de Andalucía.

 

Etiquetas:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *


El periodo de verificación de reCAPTCHA ha caducado. Por favor, recarga la página.

¿Quieres más información? ¿Te gustaría recibir nuestra newsletter? Contacto